Yo creo que los dos porcientos de la sociedad están profundamente conmovidos. Aunque no se vea en los diarios o en la tele, hay una mitad que transita con emociones contenidas frente a lo que termina. Y otra que palpita por lo que vendrá. Lo que se muestra es que están enfrentadas las emociones y para mí es casi igual. En mi país cierto desasosiego se mezcla con la esperanza. La incertidumbre, la tristeza y la alegría conviven estos días en cada rincón de Argentina. Opino que no nos permitimos reconocer la profundidad de esas sensaciones que, aunque contradictorias, son la consecuencia de lo que sentimos. Sería muy entrañable que pudiéramos transitar con intensidad espiritual esto que nos pasa. Hay muchas cosas del afuera que interfieren, pero empeñemos nuestra determinación para escuchar lo que sucede adentro y que aflore serenamente lo que están viviendo nuestros corazones. Aunque una mitad haya votado para un lado y la otra mitad y un poquito para otro, salgamos a decirnos que no somos zombis sino humanos.